Todas queremos recibir y sin embargo no siempre es fácil. A menudo estamos más acostumbradas a dar, nos sentimos más cómodas ya que el dar está muy bien visto socialmente. Nos educan para entregarnos, para estar siempre disponibles para el otro, incluso en momentos donde la petición del otro no tiene ningún sentido o va en contra de nuestras necesidades. El dar implica tener el control de la situación y eso nos puede hacer sentir una falsa seguridad. Con el dar estamos en acción y muchas veces en la zona de confort.

Sin embargo, cuando nos abrimos al mundo energético lo que queremos es recibir mensajes de los guías espirituales y para eso el recibir es imprescindible.

Cómo recibir mensajes de los guías espirituales

Para recibir mensajes de los guías espirituales debes estar realmente receptiva y por eso tienes que hacer las paces con la incertidumbre, tener una actitud abierta, sin expectativas ni juicio. Es necesario estar en contacto contigo misma y escuchar lo que pasa dentro, sin querer escaparse o cambiar. La receptividad requiere presencia y espacios de silencio y meditación, para simplemente estar. Estar disponible, estar abierta, estar presente con lo que vaya sucediendo. Y eso que va sucediendo, no siempre es lo que una quiere, a menudo no tiene nada que ver con lo planificado desde un punto de vista más mental.

Para estar realmente en receptividad y recibir los mensajes de los guías espirituales, antes hay algo muy importante: tienes que soltar creencias individuales y sociales, vaciarte de todo aquello que te han contado sobre el mundo, no solo del mundo espiritual sino en general.

Fíjate: cuando más vacío está el vaso, más agua va a caber. Pues de eso se trata, de poder soltar para llenarte de nuevo. Y así constantemente: vaciar, recibir, llenar, soltar/dar/compartir, y volver a empezar. Es un ciclo que está siempre en movimiento; cuando se estanca en un punto, se bloquea la energía del dar y el recibir.

Y empiezan los líos, se corta el flujo energético e inconscientemente se bloquea una de las dos energías:

• Cuando cierras la receptividad, empiezas a dar desde la carencia y el sacrificio. Como no sientes que la vida te provee abundantemente, proyectas esa carencia en los otros, de forma que cuando das, en realidad estás exigiendo al otro que te complazca, te ame, te reconozca… que te libere de la herida, de la sensación de carencia persistente. Y entras en una dinámica de dar y dar, y dar aún más… y cuanto más das, menos recibes. Y por no sufrir más, te desconectas, ya no sabes cuáles son las necesidades, reprimes los deseos, disminuyen las aspiraciones y te haces pequeñita.
• Cuando lo que bloqueas es el dar, te cierras en ti, sientes que si te compartes te gastas. Guardas con afán tus bienes materiales y espirituales. Vives en la falta y con la sensación de que en cualquier momento puedes quedarte sin nada, por eso te obsesionas con recibir para acumular, siempre con el miedo a perder. Puede que acumules mucho, pero siempre tendrás la sensación de que es poco, ya que el miedo siempre es más grande. Por eso, nada te parece suficiente y exiges a los otros que te den aún más, que te liberen de la herida, de la sensación de carencia persistente sin darte cuenta de la desigualdad que estás creando.

En los dos casos, hay un corte del ciclo recibir-dar y vivimos una realidad distorsionada. Si te identificas con uno de los bloqueos, empieza observando lo qué te pasa y qué miedos – carencias hay más allá del comportamiento. Ámate con todo lo que eres y mira si esos patrones vienen de más lejos: quizás del linaje familiar o de otras vidas. Sobre todo, presta  atención. Cuando estés preparada, atrévete a salir de la zona de confort y transita la otra polaridad. Y sigue observándote, atenta a lo que se despierta… Siempre con mucho amor. Y si lo precisas, pide ayuda, busca un/a profesional de la salud emocional y espiritual que te acompañe en este despertar.

Cuando tienes el coraje de soltar el control y equilibrar el dar y el recibir, entras en el fluir de la vida. En ese espacio lleno de sorpresas, donde las cosas pasan con sencillez, sin necesidad de perseguirlas. Es la abundancia de la vida; antes de pedir ya te proviene. Te das cuenta de la magia, de que existe una energía más grande que siempre va a favor de la vida y que simplemente se trata de estar presente y fluir con ella.

Y eso que se manifiesta en la materia, también sucede con la energía. Por lo tanto, si quieres recibir mensajes de los guías espirituales debes empezar por equilibrar el dar y el recibir en tu vida, ya que la canalización es más fácil cuando más receptiva estás.  

La canalización no es algo externo a ti, al contrario, está íntimamente relacionada con tu manera de funcionar en el mundo. De modo que si en otros aspectos de la vida, has cerrado la receptividad es mucho más difícil abrirte a recibir los mensajes de los seres de luz.

Para canalizar necesitas estar en actitud receptiva, sentir que eres merecedora y capaz de recibir el mensaje de los guías espirituales.

Por eso es importante dejar la creencia de que solo es exclusivo para unos pocos y que tú no formas parte de ese grupo. No te limites, recuerda que todos somos capaces de dar y recibir. Tu también. Si sientes un estancamiento en la energía de la receptividad, obsérvalo y con mucho amor te atiendes para recuperar el equilibrio natural. Si lo puedes hacer en un aspecto de tu vida, podrás hacerlo en todos. La sabiduría se contagia y la canalización empieza en la receptividad.

Para canalizar hay que abrir el canal receptivo y, el canal tiene que estar lo más puro posible, por eso es necesario aprender a vaciarte, a soltar creencias, juicios, exigencias, patrones, comportamientos limitantes… 

Así que cuanto más te conoces a ti misma, más libre es la canalización. Cuando más pulido este canal, más impecable es la información que vas a transmitir. El autoconocimiento y la capacidad de vaciarte de todo lo que piensas que eres te concede el espacio fértil e impoluto para poder recibir el mensaje de los guías espirituales.

Finalmente, te propongo un juego que es la misma realidad: Imagínate a los Seres de Luz, a tus guías espirituales, como tu grupo de amigos o familiares. Están junto a ti, preparados para entregarte grandes regalos, con la ilusión de compartir algo bonito, de crecer juntos… pero tú estás despistado, dirigiendo la atención a otros quehaceres y sin darte cuenta refutando su regalo. ¿Qué pasaría si no abrieras el regalo de un ser querido? Pues eso mismo pasa todos los días cuando no te abres a recibir los mensajes de los guías espirituales.

Ábrete a recibir, ellos están aquí, te están esperando. Y traen muchos regalos. Tienen muchas ganas de comunicarse directamente contigo, de entregarte sus mensajes de luz.

Suelta el control y los juicios

ÁBRETE A RECIBIR MENSAJES DE LOS GUÍAS ESPIRITUALES. ¡CANALIZA!